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Foto del escritorCuarentena criminal

De reinventarse y otros delitos: Caso Comuna 10

Actualizado: 7 mar 2021

Un cúmulo de vallas metálicas cercaban las principales vías de acceso al centro de la ciudad. La Comuna 10 - La Candelaria, acostumbrada a recibir a más de un millón trescientas mil personas que circulan diariamente por sus calles, se veía desolada. Los pasajes y las esquinas del centro —como en los primeros días de la cuarentena— estaban atiborradas de basura, sus semáforos permanecían apagados y las rejas de negocios, restaurantes y burdeles se encontraban cerradas.


El alcalde de Medellín, Daniel Quintero, “con la premisa de seguir salvando vidas, progresar en la apertura segura de todos los sectores y proteger la capacidad de atención en la red hospitalaria” había decretado una nueva cuarentena estricta y obligatoria durante 14 días en un polígono que comprendía, por lo menos, doce barrios del centro de la ciudad.


La ilegalidad y su accionar, ante la pasividad de las autoridades, había convertido esta zona de la ciudad en un foco de contagio

Con el decreto 0706 de 2020, que reglamentaba la medida, se pretendía hacer frente al aumento en “la cifra de contagios registrados en la zona, por concentrar gran parte de la actividad comercial de la ciudad”, como lo anunció el comunicado emitido por la Alcaldía.


El aislamiento especial, que tuvo lugar del 13 de julio al 26 del mismo mes, se justificaba, además, a partir de un fenómeno ocurrido como consecuencia de la cuarentena nacional: la ilegalidad y su accionar, ante la pasividad de las autoridades, había convertido esta zona de la ciudad en un foco de contagio.


El Centro de Consultoría del Conflicto Urbano – C3 expone esta situación en su investigación de campo con corte a 3 de julio de 2020. En el documento se evidencia cómo las bandas criminales y los focos de contagio en el centro se relacionan, al ser ambos “producto de una política de desobediencia civil promovida desde la ilegalidad”. La cuarentena, a su vez, les permitió a estas estructuras “afianzar su poder ilegal por la no intervención de la Policía ni de la Alcaldía”, posibilitando “la reactivación ilegal de sectores de la economía, para lavar y percibir dineros”.


La reinvención, un atributo muy cotizado durante la contingencia por la covid-19 y la denominada “nueva normalidad”, también fue fundamental para el funcionamiento de las bandas criminales en la ciudad

La investigación caracterizó diez sectores del centro, entre los cuales destacan el parque Berrío, la plaza Botero, el corredor de la carrera Bolívar y los bajos de las estaciones del metro Parque Berrío y Prado, como puntos en los cuales el riesgo de contagio es “alto” o “muy alto” debido a la actividad criminal.


Luis Guillermo Pardo, presidente del C3 y analista del conflicto urbano, considera que “los ilegales se aprovecharon del aislamiento” y, por lo tanto, “desarrollaron nuevas estrategias durante la pandemia”. La reinvención, un atributo muy cotizado durante la contingencia por la covid-19 y la denominada “nueva normalidad”, también fue fundamental para el funcionamiento de las bandas criminales en la ciudad.


El documento revela, por ejemplo, cómo estas estructuras, ante la imposibilidad de tránsito de las personas, se concentraron en mantener sus canales de distribución de droga por medio de habitantes en situación de calle y de un sistema de domicilios usando taxis, motos o bicicletas. Además, la demanda de los estupefacientes obtuvo respuesta por medio de mecanismos similares a un call center a través de plataformas como WhatsApp y demás redes sociales.


El incremento en delitos como la producción y el expendio de bebidas de licor adulteradas —ante las medidas de Ley Seca impuestas por la Alcaldía­—, la explotación sexual y la realización de fiestas clandestinas en bares y moteles sin ningún tipo de bioseguridad para obtener recursos son otros de los sucesos liderados por las bandas que operan en el centro y que fueron identificados por el informe.


La soledad crónica que padeció la Comuna 10 – La Candelaria aquel 13 de julio reseñado solo se mantuvo por los primeros tres de los catorce días que tenía estipulados la cuarentena estricta. Medios locales como El Colombiano señalaban que a pesar de que se observaba una “notable reducción en el número de transeúntes y comerciantes” las personas hacían caso omiso a las restricciones.


En un video publicado por el medio local, y que llevaba por título El centro con candado y se incumplen medidas de aislamiento (16/07/2020), se veía el tránsito de vendedores ambulantes, aglomeraciones sin el requerido distanciamiento social y personas caminando sin tapabocas o haciendo un mal uso de él durante los días de la cuarentena especial.


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Periodistas de medios de comunicación de la ciudad y el país se dieron cita a una rueda de prensa poco usual el 21 de julio de 2020 a través de la plataforma Teams. En la pantalla intervinieron —usando tapabocas— el alcalde Daniel Quintero, el personero de Medellín, William Yeffer Vivas, y el comandante de la Policía Metropolitana, general Eliécer Camacho. La conferencia virtual, al término de un Consejo de Seguridad, tenía como motivo el anuncio de “un hecho histórico para la ciudad”.


Medellín, para entonces confinada por más de cuatro meses, había vivido el semestre menos violento de los últimos 20 años. La reducción en un 46.4% de los homicidios para la fecha, según el mandatario, se debía a un “trabajo articulado de la Fiscalía, la Policía… un trabajo además potenciado por la comunidad”.


Pardo, por su parte, tiene otra teoría. El analista denuncia que, en el centro de Medellín —la Comuna históricamente más violenta de la ciudad—, las bandas criminales “bajaron la intensidad de las confrontaciones entre ellos para concentrarse en sus negocios y no desperdiciar recursos en un conflicto”.


Muchas de las bandas, que antes obtenían otros tipos de rentas, migraron al raponazo, el robo de vehículos y el cosquilleo

Es decir, durante los meses del confinamiento hubo un “pacto entre ilegales mientras pasaba la contingencia” un hecho que, según el analista y la investigación de campo del C3, “explica la disminución de homicidios registrada en el primer semestre”, debido a que “normalmente la mayor cantidad de casos en la ciudad es por enfrentamientos entre ellos”, en los cuales los jóvenes, al ser los integrantes de estas estructuras, son la población con mayor número de víctimas.


Una investigación de 2018 realizada por el Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia – SISC y el Centro de Análisis Político de la Universidad Eafit recoge los principales factores que inciden en el homicidio en la ciudad. De los 96.232 homicidio ocurridos en Medellín de 1979 a 2018, 57.385 correspondían a jóvenes entre los 14 y los 28 años. Esa cifra representa el 59% del total de los casos presentados en las últimas cuatro décadas.


El documento advierte que uno de los motivos del alto índice de jóvenes asesinados tiene que ver con “enfrentamientos de las estructuras delincuenciales que han hecho presencia en la ciudad”. Un punto que evidencia lo denunciado por Pardo y que, debido a las condiciones presentadas, se acopla al contexto de la pandemia.


La reinvención, durante los meses del aislamiento, también tuvo un rostro ilegal

Por otra parte, la Seccional de Investigación Criminal – Sijín, en un informe con corte del 21 de agosto de 2020, describe cómo en lo que va corrido del año al menos siete bandas de crimen organizado —y no común, como suele ocurrir en estos casos— han delinquido en la Comuna 10 – La Candelaria. Muchas de ellas, que antes obtenían otros tipos de rentas, migraron al raponazo, el robo de vehículos y el cosquilleo.


Estos grupos delincuenciales fueron, en gran parte, los artífices de los 3.109 hurtos ocurridos durante el año, especialmente en los sectores aledaños a los parques Berrío, Bolívar y San Antonio. Aunque hubo una disminución en el número de robos respecto al año pasado, la cifra continúa siendo elevada en esta comuna a pesar de la disminución significativa de transeúntes por sus calles.


La cuarentena en el centro de Medellín sirvió para generar cooperación entre las bandas y la continuidad de sus actividades delictivas, tanto las antiguas como aquellas en las cuales incursionaron. La reinvención, durante los meses del aislamiento, también tuvo un rostro ilegal.



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