Tras cinco meses de cuarentena obligatoria en Colombia, la Cuarentena por la Vida en Medellín, que comenzó el 22 de marzo, terminó con las palabras del alcalde Daniel Quintero: “todo va a estar bien”, dando paso a la reapertura de los distintos sectores económicos.
Restaurantes, hoteles y gimnasios, entre otros, poco a poco fueron retornando a la normalidad, en búsqueda de recuperar los meses de ingresos perdidos por el congelamiento de la economía en la pandemia y, a la par, la ilegalidad.
Las bandas de Medellín, que habían mutado en los meses de confinamiento y se habían acoplado a las nuevas medidas, no dieron tregua ni descanso. “Lo que antes era una tienda ahora parece un supermercado”, describe, para la venta ilegal de drogas, James Zuluaga, defensor de derechos humanos.
Sin lugar a duda, el crimen, durante la pandemia, creció y expandió sus horizontes hacia nuevas actividades ilegales o formas diferentes de llevar a cabo las existentes. Sin embargo, otros delitos que generan grandes ingresos a los grupos ilegales cesaron, generando “un desbalance en la caja”, como indica Camilo Arango, experto en seguridad y asesor de construcción de paz de Comfama.
"Los combos van a tener que salir rápidamente a resolver un problema de liquidez"
Uno de los “huecos en el bolsillo” del crimen organizado se debe a los pagadiarios, que, como indica Beatriz Rojas, periodista de Teleantioquia Noticias, quien cubrió en los barrios el inicio de la pandemia y las solicitudes sociales por ayudas y mercados, viven de la renta diaria de la gente. La comunicadora aseguró: “estamos hablando del carretillero, el de las legumbres, el señor que trabaja en la esquina. Casi todos en las comunas periféricas de la ciudad viven a punta de pagadiarios. Ellos dicen que no, pero los subregistros son altísimos, ellos viven de los que le prestan. Pero, a quién le estaban cobrando los pagadiarios y qué le cobran a esta gente que no está haciendo el diario, ¿les perdonaron la deuda?, ¿ahora se las acumularon y les están cobrando doble?, ¿a quién le van a cobrar y qué van a hacer con el que tiene que pagar y ni tiene un ingreso?”.
¿Qué le espera a la ciudad en cuanto a los combos? Es una de las preguntas que parece inquietar a la mayoría de ciudadanos frente a los próximos meses de post-cuarentena.
“Los combos van a tener que salir rápidamente a resolver un problema de liquidez, porque, seguramente, la reducción de muchos de estos delitos, que se utilizan para la financiación hoy, les hicieron un hueco en la caja. Vamos a tener una intensificación de actividad criminal, sobre todo asociada a delitos del patrimonio”, explicó Camilo Arango.
En cuanto a las bandas ilegales de la ciudad, durante la pandemia y en especial durante el periodo de cuarentena, quedó algo claro: aún se desconocen muchas cosas del comportamiento del crimen organizado, ya que tuvo una transformación en el que hay baches que faltan ser contados.
La cuarentena ha alimentado el cultivo perfecto de la ilegalidad. Necesidad, deserción educativa y desempleo han sido los factores determinantes del ingreso de muchas personas al mundo ilegal. El panorama parece no contar una historia diferente en la post-cuarentena.
“La necesidad ha hecho que mucha gente tenga que pegarse de la ilegalidad para poder conseguir algo de dinero, entonces, claro, esos combos se están robusteciendo. En este momento es muy lógico, porque son muchas las necesidades y son muchas las personas que económicamente están buscando opciones de donde sea para tener un ingreso económico”, enfatiza Beatriz Rojas, quien indica que los jóvenes son los principales afectados.
La incertidumbre bajo la que hoy viven los medellinenses incluye al mundo criminal. Los meses por venir traen grandes retos para la ciudad
“Hay muchos jóvenes que no pudieron volver a la universidad y que no volverán, porque sacar la plata para una matrícula de una universidad no es sencillo y si en tu casa no está trabajando nadie y si hay hambre, pues, acepto lo que me ofrezca por guardar un arma o avisar si viene la policía o no. Ellos ya no están buscando educación, si no cómo sobrevivir, es el rebusque en donde sea y si el rebusque está con una banda delincuencial pues nos vamos a la banda delincuencial, porque es la que nos da la platica”, cuenta la periodista.
La incertidumbre bajo la que hoy viven los medellinenses incluye al mundo criminal. Los meses por venir traen grandes retos para la ciudad. Uno de ellos implica una respuesta frente a las estructuras ilegales. Ahora, la pregunta es ¿hay una solución? ¿Qué se puede hacer?
Cultura, educación, generación de empleo y una respuesta institucional clara y rigurosa son las luces de una posible respuesta.
“Hay que poner atención al tema de generación de ingresos en la ciudad. No se nos puede olvidar que Colombia regresó a cifras de hace treinta años en temas de desempleo: de pasar del 10 %, con el que nos veníamos moviendo en los últimos seis años, a un 20 %. El crecimiento del desempleo juvenil es exponencial respecto a la cifra de desempleo completa”, explicó el asesor de Comfama.
“Yo enfocaría la respuesta institucional en temas de empleo y oportunidades de generación de ingresos, reforzaría la presencia de policía en los cuadrantes, pero también le apostaría a un seguimiento más juicioso de los escenarios de planeación de la Secretaría de Seguridad. Creo que Medellín tiene que empezar a pensar en un modelo diferente de atención al fenómeno de los combos. Medellín necesita volver a pensar en una negociación para establecer unas condiciones particulares que permitan el sometimiento de los combos, como ocurrió en 1997, en el 2003, y como parece necesario que ocurra hoy en la ciudad”, propone Camilo Arango como solución a la situación actual.
Medellín, que hoy viste sus calles de nuevo con color y ruido, gracias a la reactivación económica, requiere de una inversión social que incremente los niveles de desarrollo comunitario y mitigue los efectos de lo que fue una auténtica cuarentena criminal.
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